lunes, 8 de agosto de 2011

Lo que está escrito no se olvida





Diez cigarrillos en el cenicero. Diez son las noches que he pasado lejos de nuestra alcoba.
Muchos son los días en que la espera del tin tin del teléfono me vuelve loca.
Nada, absolutamente nada me inspira a buscar una respuesta de porqué no me llamas y arreglamos esto ahora.
El pasado nada apremia.
Los sentimientos y las rapsodias ya poco dejan.
Vos me dijiste una cosa,
hoy es el rufián de las mañanas.
Sola como un momento pasado absurdo.
Sola, con un tesoro que no es mío ni es tuyo.
Sola, con la cuesta a tientas.
Tengo que mover espacios, sacar ideas, despejar mis sobras.
Si bien quiero arreglar y apremiar los hechos, tus palabras se han taladrado como espinas sobre mi vientre y hoy siento que vivo a deshoras.

Me levanté así, con todas esas ideas pasando por mi mente. Me duele la cabeza y no quiero más que tomarme un café y olvidarme de esta pena.
Ayer te dije que no sabía si te amaba, tú me maldijiste, me gritaste y cortaste el rostro de mi esencia marchita en mil pedazos.
Hoy me levanto teniendo que bregar con todo eso, teniendo que buscar las fuerzas para vivir el día como si no sintiera todo lo que siento.

Frente a mi mesa, frente a mi escritorio, frente a mi labor observo y no me acuerdo.
Por un momento vivo mi oficio como si fuera todo lo que conservo para no pensar que en el fondo ya no te tengo.
Hace tiempo que te perdí, quizás mi maldición me llevó a esto.
Fue rápido, tan rápido que no está claro como se dijeron tantas cosas en tan poco tiempo.
Me llama Marta. Lucía no contesta. Me llama Juan para ver si terminé mi trabajo, Lucía está ausente. Llama Pablo, por fin llama Pablo para decirme que yo Lucía de la Huerta, tengo que viajar al correo a buscar un paquete que no tiene nombre, que no tiene lugar de vuelta.

Cuando bebo me pongo creativa, por eso ahora Lucía bebe, se toma una copa de vino y olvidará su trabajo, su oficio, el paquete y todo lo que le recuerde a Marcelo.
Marcelo tiene celos, por eso discute, por eso me dice y me dijo que yo le miento. Que la distancia engaña, que lo que fue no puede ser porque Lucía desdibuja todo lo que es cierto.
Lucía que existe porque existe y no porque quiera, porque es lo que tengo. Y Lucía es como Marta, es como María, como Candelaria. Todo lo que parece ser es lo que ves hoy, lo que desde ahora ya no cambia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario