lunes, 4 de julio de 2011

Marco

Escrito por Maria Labandeira
en respuesta a Laura (entrada anterior)


Marco sabía que Laura no estaba bien. Había perdido esa sonrisa que la caracterizaba y su expresión había sido reemplazada por un estado sombrío como de quien vive, pero realmente no está presente o no quiere estarlo. Él ya no sabía cómo comportarse a su lado, cada cosa que decía era interpretada por ella de una manera negativa e inclusive destructiva; convertía un cumplido en crítica, una caricia en agresión.

Marco no entendía qué era exactamente lo que había originado ese cambio en ella, no comprendía cómo un ser tan extraordinario podía haberse perdido de tal forma que lo único que quedaba era un vacío lleno de desprecio y dolor. Su cuerpo lo demostraba claramente; ya no parecía ser una joven de 20 años, si no una niña de unos 12. Hace tiempo que había dejado de comer regularmente, de acuerdo a ella "se olvidaba de alimentarse". Al principio, Marco se enojaba con ella y la obligaba a comer, pero con el pasar del tiempo se resignó y de manera inconsciente comenzó a cuidar de esa niña desprotegida que tenía como novia y que veía empeorar con el pasar de los días.

Habían discutido la noche anterior porque Laura se ofendió al escuchar que Marco le decía que era linda. Ella esperaba seguir siendo la "Diosa"; así la llamaba él antes de que ocurriera el cambio en ella. Laura se hizo la indiferente, como si no le hubiese molestado el ser nada más que "linda", le dijo "total entre Diosa, bella y linda no hay mucha diferencia". Marco la miró indignado, para él seguía siendo linda, a pesar de que su cuerpo estaba delgado, su cara maltratada, sus ojos sin expresión alguna; pero la discusión casi tácita que tuvieron fue la gota que derramó el vaso. Marco volvió a mirarla, pero esta vez sintió una distancia, una separación, y se dio cuenta de que ya no podía seguir cuidando de Laura.

Hoy habían quedado de verse para ir a tomar algo algún bar, algo que él sabía que ella prefería más que ir a bailar a un boliche, pero cuando llegó a buscarla él le dijo que no quería salir. Canceló el plan, pero no sólo de esa noche, sino de todos las que pudieran presentarse desde ese momento en adelante. Se desligó de esa carga que había asumido tiempo atrás, y se sintió libre y culpable a la vez. Sentía que la abandonaba, que dejaba a la niña de 12 años sola, sin nadie que la contuviera.

Sin embargo, él con tan sólo 22 años, ya no podía más, no podía continuar así. Laura parecía no escuchar todo lo que Marco le decía, parecía no perturbarla, como si no estuviera terminando una relación de años. En eso sonó el teléfono, Laura lo atendió, era su amiga Consu que le decía que estuviera lista a las diez, que iban a salir. Laura le dio una palmada a Marco en la espalda y le dijo que estaba bien, que ahora tenía que terminar de arreglarse porque iba a salir. Marco se levantó, la besó suavemente, y sin mirar atrás salió del departamento, confundido por la forma en que todo terminaba, pero con un verdadero sentimiento de libertad.


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