sábado, 2 de julio de 2011

Laura

Se sentía mal, entre algunas cosas porque el día anterior no había llegado a escribir nada, aunque en realidad no importaba, nadie se daría cuenta, en su diario están solo ella y las hojas. Laura es así. Hoy no está bien. Mientras se pinta, mira al techo y piensa en todo aquello que le hace mal pensar. Después mira al piso y se olvida.

Marco le dijo que era linda, no le dijo que era una diosa, aunque su cara lo insinuaba, total entre diosa, bella y linda, no hay mucha diferencia. Laura piensa. Sus morning pages se han convertido en night pages, sin ningún deseo profundo de que existan, pero las necesita. En las noches necesita sentarse a escribir y tachar las hojas con sus pensamientos, con las cosas que le molestan, con aquellas que la conmueven. Últimamente solo escribe las cosas que necesita sacarse de la mente, o sea todo.

Ahora le pica la piel, el jabón de cincuenta centavos que se compró en el kiosco resulto ser malo, y se da cuenta que por eso le salió cincuenta centavos. No le queda más remedio que ponerse crema y terminar de arreglarse. Tarda un rato en elegir qué ponerse, no es ninguna excepción a la regla, se prueba cinco cosas diferentes para terminar poniéndose lo primero que se había probado. Con los zapatos no le pasa lo mismo, no tiene tantos pares. Debate por un minuto si ponerse chatas o tacos y decide por los zancos.

Laura se mira al espejo, ya está lista, solo le falta poner las cosas en la cartera. Los cigarrillos, el encendedor, cincuenta pesos por si la noche se extiende y se tiene que volver de lejos en taxi a su casa, y un gloss para re colorearse los labios de vez en cuando y seguir pareciendo una modelo de portada de Vogue. Pero Laura no se siente como modelo de Vogue, más bien en estos días está que ni siquiera le gustan los dedos de sus pies, pero no importa, se olvida de todo eso, porque si lo piensa no sale de su casa y como no quiere quedarse sola se olvida de esos pensamientos tontos.

Se mira al espejo otra vez para corroborar que esta perfecta, o lo más perfecta que puede llegar a estar y para ver si quedo algún rastro de que el color que tiene su cara no es natural, sino más bien el número 57 de La Roche-Posay que se compró con su hermana en una farmacia de Olivos porque ese día tenían un descuento, en vez de salirle 130 pesos le salió 100.

Laura va al living de su apartamento y se sienta en el sillón, su casa ahora no era una casa, hace unos meses se había ido a vivir con una chica en el centro. Para ella era mejor porque la facultad le quedaba más cerca y para salir era genial, sus papás vivían muy lejos y el viaje se le hacía pesado, y por lo tanto, en un intento por que Laura esté mejor, los papás optaron por darle la oportunidad de irse a vivir con un roommate.

El apartamento era muy cómodo, bien simple, pero estaba todo re modelado y recién pintado. Las amigas de Laura iban de vez en cuando a visitarla y pasaban un rato antes de salir. Hoy no vendrían porque se iban a ir directo a un bar en la Recoleta y luego a bailar. Laura le gustaba más ir a tomarse algo a un bar que ir a bailar, intentaba siempre extender la previa para evitar los boliches. No era que no le gustaba bailar, porque hasta bailaba sola en su casa, pero los boliches le resultaban pesados, los hombres como buitres, mucha gente en un mismo lugar, a veces se sentía que no podía respirar.

De todos modos cuando no le quedaba otra se aseguraba de prepararse mentalmente, tomarse una copa de vino para relajarse e irse al centro de la pista de baile y bailar sin mirar a ningún lado en específico. Sí estaba pendiente de quién estaba alrededor, a ver si había algún candidato que se estuviera disfrutando la música como ella, pero que no sea asqueroso ni pesado. Si aparecía uno insoportable, procuraba avisarles a las otras chicas y mover el bando.


Esa noche no sabía a donde iban a ir, pero Consu le dijo que a las diez esté lista y ya eran las nueve y cuarenta y cinco. Así que, sentada en el living, se prendió un cigarrillo y llamo a Consu al celular.

-Hola, ¿qué haces? ¿Saliendo de tu casa? Yo…no, no comí, me olvidé. Si esta bien, tengo empanadas en la heladera. …Tenés razón, pasa que me había quedado dormida y cuando me levanté me puse a arreglarme y…si, bueno te espero en diez.

Laura se había olvidado de comer, se había olvidado de que debía alimentarse, no sólo para no emborracharse (su papá siempre le decía que coma bien para no emborracharse) sino también porque debía ingerir algo. Últimamente se olvidaba de comer, tanto así que estaba tan flaca que se veía gorda.

Se comió las empanadas y todavía le quedaban unos minutos para que llegara Consu, agarró su cuaderno, que estaba encima de la mesa ratona, se prendió otro cigarrillo y se puso a escribir.



me encuentro aquí
sola sin tu amor
saliendo así
camino en dolor
extraño el amor
pienso hoy y siempre
pasitos con valor

hoy mas valiente
veo que no es fácil
sacarte de mi mente
no desesperarme
no desprestigiarte
olvidarte no es fácil

Suena el timbre. Laura suelta el cuaderno, apaga el cigarrillo, agarra su cartera, apaga las luces, abre la puerta, llama al ascensor, cierra la puerta, la cierra con llave, se sube al ascensor, aprieta el botón que dice PB y se va.

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